Sobre

Performatividad

Si bien solemos pensar el género como un atributo más de nuestros cuerpos, la teoría de género nos dice que el género es más bien una performance, la actuación e interpretación iterativa y continua del género en conjunto con el cuerpo físico. Esta performance es lo que al final convierte el género en una realidad social. 

El filósofo Michel Foucault planteó que desde el siglo XVIII, las prácticas de autoexpresión han pasado de ser una táctica de negación de nuestro verdadero carácter a ser una tecnología para la construcción continua del yo. Esto se refleja en la teorización de la performatividad de género de Judith Butler.

Gracias a esta idea de la performatividad del género, se hace claro que (este) el género es una construcción social que va cambiando con el contexto sociocultural. Sin embargo, los efectos de esta construcción social son netamente reales, y crean la base de muchas de las formas de discriminación enfrentadas por les participantes de este proyecto.

El género no es inherente ni inmutable, sino que se construye a través de la relación entre las expectativas de género de un grupo sociocultural u otro y las expectativas del cuerpo físico en esta misma sociedad: los chicos son/hacen así, y las chicas son/hacen asá.

Feño:


Pa la gira de cuarto medio fue como mi primer destape. Que me fui, me teñí el pelo, me hice mohicano, y me fui con esmoquin, y mi papá puso un grito en el cielo porque había ido en ropa masculina.

La línea entre la construcción consciente de un yo no normativo y novedoso y la repetición de una expresión de género hegemónica es engañosamente delgada.

Las representaciones del yo deben entenderse como perpetuamente cambiantes, oscilando entre la creación de nuevas posibilidades de género, y la eventual adopción y banalización de estas formas disidentes de expresión de género.

A medida que una definición de la individualidad se vuelve demasiado rígida, surge otra para desestabilizarla. Es decir, no existe un yo pre-social, sino uno que siempre se construye continua e iterativamente a lo largo de la vida y en relación con el entorno.

Rayen:


Si yo no me considero drag igual tiene mucha influencia en lo que hago (como artista). Y sobre todo desde una estética más bien grotesca en relación al transformismo convencional.

Cata:


Entonces, si una mujer quiere ser hombre, está subiendo en el estatus. Eso es bueno. Está ganando poder, está ganando privilegios. Que un hombre quiera degradarse a mujer, que es como lo ve el tema el patriarcado, es como “Weón. ¿Por qué? Estai perdiendo privilegios. Estai bajando en la escala. Vamos a más, no a menos.”

Entonces, aunque el cuerpo físico —materialmente hablando— sí existe, el género es una de muchas maneras de convertir a esa materia prima en un ser inteligible para la sociedad.